Riega la esperanza constatar que las comunas de Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes, Providencia, Santiago, Recoleta, Independencia, Renca, Quinta Normal, Cerro Navia, Maipú, Pudahuel y Padre Hurtado están unidas en la solicitud para declarar como humedal urbano al río Mapocho (antes lo hicieron Peñaflor, Talagante y El Monte).
El 26 de enero la Seremi Metropolitana del Medio Ambiente declaró admisible la solicitud (falta aún la publicación en el Diario Oficial), lo que invita a potenciar un camino de trabajo coordinado para que la protección, conservación y preservación del río Mapocho sea posible.
Desde la pequeña mirada antropocéntrica, los humedales “entregan” beneficios ecosistémicos como agua dulce, alimentos, conservación de la biodiversidad, control de crecidas y mitigación de los efectos de la crisis climática. Como partes de un gran todo interrelacionado, los humedales integran la red que sustenta la vida. Como el micelio en los bosques, el agua fluye y conecta los tranques, embalses, esteros, vegas, quebradas, ríos y mar.
Por ello es que la ley define de manera amplia a los humedales urbanos como: «Todas aquellas extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina, cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros y que se encuentren total o parcialmente dentro del límite urbano».
Desde hace tres años existe la Ley de Humedales Urbanos (Ley Nº 21.202), sin embargo, nos falta mucho. Además de los vacíos y letargos en la aplicación, surge la evidente duda: ¿cuándo habrá una ley que proteja a todos los humedales? Solo como ejemplo, Lo Barnechea tiene 760 humedales, de los cuales solo 20 son considerados como urbanos según el Catastro Nacional de Humedales del Ministerio del Medio Ambiente (2020).
El reconocimiento estatal de la categoría de humedal debe actuar como escudo protector de estos privilegiados ecosistemas, y no solo de aquellos ubicados en el radio urbano. Los peligros son múltiples, desde la falta de zonas de amortiguación a su alrededor, las panaceas con que promocionan las desaladoras de agua de mar, la irresponsabilidad con las mascotas que los visitan, la impune extracción de áridos en los ríos, el crecimiento urbano desmedido y hasta algunas acciones del Estado, entre otros. Recordemos el decreto Ley Nº 701 sobre fomento forestal (1974) y la Ley Nº 18.450 de fomento de la inversión privada en obras de riego y drenaje (1985), en que subsidios del Estado financiaron hasta el 75% de obras de transformación de humedales en áreas agrícolas.
La protección de humedales está en riesgo también si actuamos con acciones aisladas y genéricas. ¡No bastan “criterios mínimos de sustentabilidad”! La crisis medioambiental en que vivimos nos exige el máximo. Por ejemplo, dado que los humedales existen gracias a los adecuados sistemas de apoyo, es necesaria también una efectiva protección de los sistemas glaciares en el inicio de las cuencas. Glaciares y humedales caminan de la mano desde las vegas altoandinas hasta el encuentro de los ríos y el mar.
La gobernanza que se construya a nivel de cuenca también es esencial. Como bien dice la Red Plurinacional de Humedales de Chile: “Los colectivos que deben participar en la toma de decisiones que determina la pertinencia en las acciones formuladas, deben cumplir un rol de protectores y guardianes del patrimonio natural, determinando la construcción y preservación de la cultura inmaterial de los pueblos, entendiéndose esta como un instrumento transformador de la realidad, por tanto, estos colectivos deben poseer un rol vinculante en la toma de decisiones”.
El río Mapocho y su cuenca es un gran corredor biológico de 110 kilómetros que abre oportunidades para restablecer equilibrios. Encontrémonos a conversar en sus orillas y que nos inunde su belleza.
Fuente: El Mostrador
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